lunes

De como conocí a Juan y cuán arrepentida estoy ..

Siempre pensé que mi edificio tenía un 85% de viejos con reuma y problemas en las caderas. Juan me mostró desde un principio que estaba MUY equivocada.
Vamos a empezar por el principio.
Yo me mudé ni bien empezó el 2011. Juan se mudó ni bien terminó el 2009.
Juan es un tipo raro, e incluso creo que la palabra "raro" le queda chica.
Podríamos describirlo por su vestimenta (jeans, remeras de colores brillantes y zapatillas converse negras), pero no parecería extraño en absoluto. Podríamos describirlo por su manera de hablar (una mezcla extraña entre porteño y santafecino que le queda bastante bien), pero, nuevamente, eso no es extraño.
Lo extraño en Juan es ... su forma de vivir la vida.
Juan no dice "¿Todo bien?". Juan dice "Houston, ¿cómo estamos hoy?"
Juan no dice "Tengo hambre". Juan dice "Ta que lo parió, la panza me hace ruido"
Juan no dice "Me gustás". Juan dice "Preparate porque voy a darte un beso, te guste o no"
En fin. Juan es raro.
Conocí a Juan en el pasillo, el día de la tormenta más horripilante del mundo. Yo fumaba, Juan visitaba a los vecinos, preguntando si todos tenían velas y si estábamos bien. Juan es así. Hacía dos días que me había mudado y la verdad es que ya había hablado con más de la mitad de los viejos que inundan el edificio, asi que cuando vi a Juan, con su pelo negro todo desordenado, la camiseta verde loro que decía "Vomito" y los jeans medio caídos, casi me enamoro. Casi.
Digo casi, porque:
a) Yo tenía novio.
b) No importa cuan alto sea Juan, no me cabe que me digan "Houston" todo el tiempo.
c) Tenía miedo.
(Si, miedo. Mi casa estaba vacía, no tenía ni colchón y la tormenta no me estaba haciendo sentir muy "en casa" que digamos)
Pero Juan superó mis expectativas. Me invitó a cenar a su departamento, con sus compañeros y me hizo olvidar que estaba sola en una provincia que solo había conocido de chiquita y no tenía amigos.
No había pasado ni una semana que Mechi y Juan eran culo y calzón. Desayunábamos juntos, veíamos películas los sábados y organizamos un batallón (El tercer piso contra el quinto piso).
En el quinto vive Juan. Juan, Sebastian y Franco, para ser exactos.
En el tercero vivo yo. Mechi, Matias, Matias y Pablo, para ser exactos.
Juan siempre se ríe de los dos Matia´s, porque realmente son polos opuestos. Mientras que Mati, el del 3º 10 es nerd, estudia química y habla como un personaje de una mala película yankee, Mati, el del 3º 9 es un drogon, skater que no puede decir dos palabras sin reírse como un idiota y decir "que boludo".
Pablo está bien, qué sé yo. La novia es linda y chiquitita. Él escucha folklore y tenemos unas cuantas cosas en común, solo que es bastante tímido.
Juan me enseñó a andar en colectivo por Buenos Aires, a tomar café en los bares más baratos y a comprar las mejores ofertas.
Juan y yo eramos como dos hermanitos. Juan tiene 23, yo 19. Nos llevábamos bárbaro.
Hasta que el decidió darme un beso.
Y ahí me di cuenta de que realmente, Juan nunca había sido mi amigo.
Desde el principio, Mati (3º 10) no había hecho otra cosa que no sea cargarnos. "Juan, deja de toquetear a Mechi". "Mechi, que no ves que te mira como si fueras un pedazo de carne?" etc etc. Pero nunca le había hecho mucho caso. Yo estaba en la luna.
Juan siempre encontró el momento perfecto para hacerme masajes, para lavarme el pelo y para acariciarme las piernas. Juan siempre sabía dónde tocar y cómo tocar. Y sobre todo, Juan había estado dándome besos en todo el cuerpo durante mas de un año y yo ni siquiera me había puesto a pensar en lo que eso significaba.
¿Qué tan tonta soy?