lunes

Lágrimas de plástico azul

Puré de calabaza es, evidentemente, mi segundo nombre.
Hoy recibí un e-mail que me destrozó entera. Me abrió a la mitad. Me partió en dos.
No sé como explicarlo.
Cuando Dante y yo empezamos a hablar, me di cuenta al segundo de que me iba a caer demasiado bien. Es que, vamos, es un amor de chico. Es imposible que no te caiga bien, y eso que ni siquiera lo conozco.
Realmente tengo ganas de verlo aunque sea una vez. De abrazarlo y después decirle "me arruinaste" y patearlo un rato largo.
No piensen en que "me arruinaste" o el hecho de que me haya partido el corazón convierte nuestra relación en algo romántico, porque no es así. Me partió el corazón como sólo puede hacerlo un hermano. Lo machacó.
Lo dejó tirado en el piso y se fue, diciendo "Las amo, pienso en ustedes y las extraño". Claramente, mi primer pensamiento fue "Si nos extrañas, no te vayas". Pero después lo pensé y lo pensé. Ahora, mi pregunta es "¿por qué?"
Pero yo sé por qué, en realidad. Yo sé y estoy bien con eso. (Bah, a quien quiero engañar, no estoy bien)
Dante fue, para mi, en momentos de decisión, un hombro más con el que no había contado.
Fue una sonrisa a las tres de la mañana, fue risas alocadas, fue alegría, y si, también fue tristeza a veces.
Fue muchas cosas. Demasiadas, quizás, para tan poco tiempo.
De alguna manera, Carolina y yo apañamos a Dan. Lo metimos bajo nuestra ala, por así decirlo. Lo sentimos como propio. Es que no es Dante. Es NUESTRO Dante.
Y ahí esta ... siempre va a ser nuestro Dante. Aunque nunca nos veamos, aunque se mude al Congo Belga y muera por una bomba en Iraq. Siempre va a ser Nuestro Dante, como nosotras vamos a ser SUS chicas. Y no hay nada que hacer para evitarlo. Somos de Dan y Dan es nuestro y ahí se termina la ecuación.
En realidad, hasta ese e-mail, incluso habíamos llegado a pensar que quizás le había pasado algo. Quizás se había muerto. Quizás estaba en coma. Quizás .. quizás .. quizás.
Me acabo de dar cuenta de que hay mil cosas que querría decirle. Millones.
Que ya encontré lo que estaba buscando, que ya lo tengo, que ya tomé mi decisión, que cambié, que soy distinta, que lo quiero, también, que sólo quiero que sea feliz, que no me importa si para que él lo sea, tengo que llorar un poco, extrañándolo. No me importa. Y por eso le dije desde el principio, que él se tenía que ir.
Que no estaba bien lo que estaba haciendo. Que no podía darle la espalda a lo que sea que le estuviese dando la espalda.
Me gustaría decirle que todo esta bien, que no cierre su e-mail, que piense también, que quizás ... yo necesite tenerlo un tiempo más. Que no corte todo así, de un día para otro. Que quizás lo necesito.
Pero no, está bien. No voy a decírselo. Porque si hay algo que tengo bastante claro, es que Dante no nos necesita y sería egoísta de mi parte obligarlo a hacer algo por el simple hecho de necesitarlo.
Si algún día pasas por córdoba, bro, buscáme.
No me va a venir mal.
Y en realidad, ni siquiera sé qué es lo que dije en todo esto.