lunes

Magdalena

Aunque anoche no dormí, don Hipnos insistió en visitarme hace un rato, cuando Lucio (el nene que cuido tres veces por semana) se quedó dormido conmigo en el sillón.
Obviamente Morfeo no se perdió de la super conga que aparentemente había en mi cuerpo y vino también.


La conga empezó más o menos así:
Yo caminaba por un pasillo lleno de cuadros, al lado de una chica que me explicaba en diferentes idiomas que estábamos en el Louvre. Obviamente, nunca estuve en el Louvre.
Algún día, tengo planeado, hacer un viaje a París exclusivamente para ese museo. Me vuelve loca y siento mariposas en la panza cada vez que pienso en estar tan cerca de las cosas más hermosas del mundo.
La chica hablaba y hablaba sin parar y en un momento decidí dejarla hablando sola y busqué como una loca una escultura en particular que me moría por ver: Maria Magdalena de Gregor Erhart.
Seguro que muchísimos de ustedes (en caso de que sean muchos) saben cual es la escultura de la que hablo.
Realmente poco me importa a quien representa y si da a entender lo que dé a entender. No me importa. Verla ahí, tan de cerca, estar tan cerca que con solo estirarme un poco puedo tocarla, me hace moverme en sueños.
Definitivamente tengo cierta obsesión por esta escultura y esta mujer.  El que nunca la vio, no sé qué hace leyendo cuando podría estar buscando imágenes ... pero no es lo mismo.
No es lo mismo poder estar ahí.
Aunque claro, no lo sé en realidad.
Pero, por suerte y por una vez, ese fue todo mi sueño. Maria Magdalena y yo, mirándonos. Y yo, muriéndome por tocarla.