viernes

Caminaba. Retiro de madrugada era un asco, realmente, pero no me importaba. Yo caminaba y caminaba.
Iba de una punta a otra de la estación. Ida y vuelta. Ida .. y .. vuelta. 
"¿Cuándo se supone que llega este hombre?"
Dios. Miraba el reloj. No tenía idea de que hora era, pero igual, parecía tardísimo. 
"Ya deberías estar acá, infeliz" le texteé.
Cinco minutos después mi celular vibraba en respuesta.
"Estamos entrando, no seas impaciente, jaja"
Fruncí el ceño y me senté en el único banco que había en todo el lugar.
"No soy impaciente, solo que hace dos horas que estoy acá y me congelo". Miré el mensaje. Lo borré.
No quería empezar mal. Si le decía eso él iba a hacer lo que había hecho la vez anterior. Irse de nuevo.
No quería que se fuera si todavía no había llegado.
Me quedé dormida en el banco. Medio acurrucada, medio despatarrada. Con los dedos congelados, apretando el celular.
Él nunca me despertó.