sábado

Tres chicas y un perro

Es bien sabido que un trío tiene tres personas y que, como buen trío, esas tres personas son inseparables.
Lo que pocos saben es que no es posible sostener un BUEN trío sin tener una mascota.
Y esto es lo que voy a contar: Cómo se conoció el trío de infarto, cómo luego de un tiempo encontraron a su mascota y cómo ésta se integró al grupo.
Raquel era conocida por sus historias. Todos en el pueblo querían escuchar los nuevos capítulos de su novela y era cosa de todos los días, verla sentada en el bar "El Guardián", dándole charla a las mujercitas romanticonas que querían saber si el protagonista iba a besar a "la muchacha en cuestión" o no.
Carolina era una de esas mujercitas romanticonas, y como buena "fanática de Raquel" (ya se había creado un team y todo) no había noche que no frecuentara el bar y se pidiera unos buenos tequilas para acompañar los nervios de cada pagina.
Un día, de esos que pasan pocas cosas y que todos están a la espera de algo interesante, apareció una muchacha nueva en el bar.
De inmediato todos notaron lo obvio: Estaba loca.
Melissandra no venía con muchas ganas de escuchar a una ridícula mujer contar bobas historias de amor ni nada que se le parezca, así que se pidió una cerveza grande como una casa y, decidida a ignorar los gritos de Carolina, se sentó en una esquina BIEN apartada de la multitud lectora.
El problema fue que una vez Raquel empezó a leer, la pobre y osca Melissandra no pudo parar de escuchar y lentamente, como quien no quiere la cosa, fue acercando su silla a la mesa de la escritora.
Raquel, que no era ninguna boba, se dio cuenta al instante y comenzó a leer cada vez mas fuerte, para que así, la "chica loca y nueva" pudiera escuchar.
Esa noche, sin poder evitarlo, estas tres muchachitas comenzaron a tener algo en común.
Para cuando terminó la velada y el bar estuvo vacío, solo quedaban Raquel y Melissandra y esta ultima, entusiasmada por la lectura le propuso editarle a la escritora su novela.
Claro que Raquel aceptó. Y claro que nuestra editora saltaba en una pierna de la felicidad.
A primera hora de la mañana siguiente Carolina, que por supuesto, ya estaba enterada de lo sucedido, corrió por el pueblo para hacer correr la voz de que la chica nueva iba a editar "Se solicita novio ... ¡Urgente!" y no duró ni un segundo el chisme en cada oído, que las niñas romanticonas ya estaban poniéndose sus mejores trajes para conocer a la supuesta editora.
Melissandra, completamente ignorante de todo este revuelo, se llevó el susto de su vida al ingresar a "El Guardián" y ver que todo estaba patas para arriba de los nervios y la expectativa.
Al cabo de un rato, ya estaba todo dicho y hecho. Carolina iba a hacer la portada de la novela, Raquel iba a terminar de escribirla y Melissandra iba a corregirla.
Y así fue, que todas las noches a partir de esa, Carolina, Raquel y Melissandra se quedaban hasta altas horas de la madrugada trabajando en el libro, bajo la mirada atenta de Pamela, la dueña de "El Guardián", quien ademas de tener fama de amargada, era una persona de pocas pulgas y no le gustaba trabajar hasta tan tarde, ya que perdía muchísimo dinero en electricidad, pero de todas formas, se quedaba.
Una de esas tantas noches a Melissandra se salió de sus cabales (si, totalmente, se volvió mas loca de lo que ya era) y, casi gritando, les propuso a las demás fundar una editorial.
La moza del bar, Naiara, que andaba limpiando y que, a pesar de ser jovencita no era ninguna tonta, rápidamente se acercó a la mesa a chusmear, y ... todavía no sabemos cómo, terminó siendo parte del proyecto loco y gigante de Melissandra.
No pasó ni una semana que ya había decenas de niñas presentando sus libros en la casa que compraron estas tres mosqueteras para fundar su nuevo proyecto, y, en medio de tanto stress Carolina había pasado de ser una loca por la lectura a ser una diseñadora de primera, Raquel había tenido que empezar a corregir también y Melissandra no podía parar de comer frutillas y tachar palabras mal escritas o agregar tildes.
El trió se había hecho famoso y el chisme de la "Editorial de las frutillas" corría como el viento por los pueblos vecinos.
Llegaba gente del condado de "Rosales", "Mariposas" y "Cielo", a ver a las frutillas trabajar y a pedir correcciones y novelas a mansalva. Tanto es así, que nuestras pobres trabajadoras incansables tuvieron que ingresar mas compañeras a la editorial y poquito a poco, "Ediciones Frutilla" estuvo completa y formada en su totalidad.
Al finalizar el primer mes como editorial, todos los condados conocían su reputación y cada vez mas muchachas romanticonas (bien vestidas y acicaladas) se presentaban todas las noches en "El Guardian" a leer y escuchar novelas nuevas.
Pero un buen día, nuestras trabajadoras se levantaron, esperando una horda de niñas fanáticas y escritoras en la puerta (no es que sean egocéntricas, sino que .. simplemente, ya estaban acostumbradas) y no encontraron ni un alma andando en el pueblo.
Carolina, siempre lista para nuevos chismes, hizo vestir y acicalar a Melissandra y la mandó al pueblo a recoger información.
Allá fue nuestra editora, y es bien sabido que nunca llegó a completar su misión, ya que el chisme la encontró a ella primero, tomando la forma de un caballero, que no sólo casi se la lleva por delante, sino que además, luego de unos instantes de recuperación de aliento y esas cosas, declaró ser admirador de Ediciones Frutilla y dijo llamarse D´artagnan (lo que ustedes, queridos lectores, encontraran gracioso, ya que nuestras tres mosqueteras, necesitaban a un D´artagnan).
Melissandra rápidamente batió pestañas, movió las manos y, girando las caderas, arrastró al caballero a la casa Frutilla.
Cinco minutos mas tarde, Carolina tenía todo lo que quería: Información y un chisme para contarle al mundo.
D´artagnan había llegado al pueblo como critico de literatura y, junto con dos compañeros, planeaban formar la Casa del Critico, a solo unas cuadras de la Casa Frutilla. Esto, por supuesto, emocionó a Carolina, hizo reír como loca a Melissandra y casi mata de un susto a Raquel (que se veía en problemas si uno de estos críticos hablaba mal de su historia, cosa que ya sabemos, es imposible que ocurra)
Todos sabemos que D´artagnan rápidamente se ganó la amistad de Melissandra y era común verlos discutir en las puertas de las casas o reír en la calle. Raquel, por supuesto, opinaba que no estaba bien que vean a una muchacha tan joven con un caballero de su edad sin un compromiso de por medio, y consideraba inapropiado e insensato cada movimiento de Melissandra. (Claro que también sabemos que Melissandra ES una persona insensata, así que ninguna de estas cosas le importaban)
Semanas mas tarde Carolina se había unido a la amistad con D´artagnan y exactamente cuatro días antes de cumplir 4 meses como editorial, también se lo había apropiado como mascota.
Las muchachas lectoras y escritoras ya no acudían sólo por los libros y las correcciones. Se untaban kilos y kilos de maquillaje y peinaban con esfuerzo sus bucles para que D´artagnan les eche una miradita, pero poco después comprendieron que en realidad, él solo tenia ojos para sus frutillas y, más precisamente, para Raquel, que, desde su sensatez, era todo elogios y amor cuando del caballero se trataba.
Comenzó, por supuesto, a correr el rumor de que Raquel amaba a D´artagnan y que su amor era correspondido (y alentado por la joven Carolina), pero, Melissandra, estando celosa de su relación, acaparaba el tiempo del joven enamorado y no lo dejaba declararse bajo ningún motivo o circunstancia.
Esto, claro, no movió un pelo en ninguna de las tres jovencitas, que aunque sabían que allí había un porcentaje de verdad, no pensaban pelearse por su mascota.
Con el correr del tiempo, el rumor se volvió un susurro, de esos que se escuchan sólo de vez en cuando y sin muchas ganas, así que nuestro trío y su mascota decidieron reavivarlo, paseándose (sobre todo el caballero y Melissandra) por cada bar y cada calle, haciendo ridiculeces y escenitas de celos para hacer reír a la gente ... o, mejor dicho, para reírse ellos mismos.
Y es así, como uno puede ver a Raquel, siempre sensata, escribiendo en la galería de la Casa Frutilla, con una barra del mejor chocolate en una mano y una pluma en la otra; a Melissandra, paseándose con un tarro de frutillas y gritándole groserías a D´artagnan en la Casa del Critico; a Carolina, buscando chismes, diseñando portadas y corriendo emocionada de un lado a otro cada vez que se presenta la oportunidad; y, claro está, al D´artagnan mismo, siempre sonriente, con sus botas lustradas y su camisa a medio planchar, dejando señoritas morir de amor en las mesas de "El Guardián" y en las calles del pueblo.
Claro, que todo esto, yo no solo lo presencié de primera mano, sino que además, fui una de esas tantas locas enamoradas que corrían detrás de la mascota de las Frutillas, presenté mi escrito para que lo corrigieran y fui victima de las criticas en La Casa del Critico, así que, no veo como pueden dudar de mi.