domingo

¡ODIO EL SUPERMERCADO! 
Lo odio apasionadamente. Es como una tortura física y mental. Primero tienes que hacer tiempo en tu agenda para hacerlo, luego caminas e instantáneamente estas rodeada por millones de opciones. Y cada artículo de la estantería requiere que hagas algo con eso. Píquelo, cocínelo, saltéelo o remuévalo del empaque y póngalo en el microondas. Tampoco engorda, lo que te hace sentir tentada y culpable simultáneamente, o es bueno para ti y sabe a mierda, recordándote que eres de un metro OCHENTA, con un lento metabolismo y NUNCA bajas de peso totalmente. Luego por el privilegio de toda esta diversión, tienes que pagar escandalosos precios por un alimento que tuvo que ser transportado en camión a través del desierto hasta el supermercado, y todas las esperanzas de comprar un nuevo sillón para reemplazar la horrorosa cama marinera con almohadones feos y desiguales que tienes se ha evaporado en la fila de la caja.