jueves

¡Cambio!

Miré por la ventana. Doce y media del mediodía.
No sabía que hacía ahí, pero eso es algo que amo de los sueños, no saber por qué ocurren las cosas, ni cómo, ni dónde, ni en qué orden.
Nuevamente eché un vistazo a las agujas del reloj de pared. Doce y treinta y cinco. El tiempo no pasa rápido en los sueños.
Se suponía que tenía que venir alguien,. yo sabía. Y se suponía que eso me hacía feliz.
Empecé a darme cuenta de donde estaba. Mi living. Las cosas estaban mal acomodadas, como si fuera mi casa pero al revés. Todo exactamente al revés. Quizás mis ojos estaban mal, o no era mi living.
Me acerqué al espejo y casi me muero de un infarto al ver que yo, no era yo.
Es decir, si, lo era, pero ese definitivamente no era mi cuerpo.
Me toqué el pelo oscuro y corto, me pasé los dedos por los labios, considerablemente mas grandes que los míos, apreté los cachetes de esa cara que no tenía nombre. 
Este no es mi cuerpo. Yo no soy hombre.
No soy hombre, ¿no?
No, soy mujer. Tengo nombre de mujer. Tengo pelo relativamente largo. Mi boca es mas chica, mis labios mas carnosos, mis ojos verdes ... mis ojos.
Me miré nuevamente y ahí estaban, marrones, casi negros. "Por lo menos son lindos" pensé estúpidamente.
Volví a tocarme el pelo, me lo tiré, lo retorcí, despeine, y volví a peinar. "¿Mi pelo es mas lindo que esto?" me pregunte y rápidamente me respondí "¿Qué importa eso? ¡Tengo que salir de este cuerpo raro!"
En medio de mi toqueteo, me toqué el pecho. Plano. Duro. Me pasé las manos por los brazos, me toqué las piernas, me saqué los zapatos, me miré los pies. 
Todo en mi era raro.
Volví a mirarme la cara en el espejo. 
"¿Por qué siento que sé de quién es este cuerpo?"
"Los ojos. Son los ojos. ¿O es la boca?"
Me toqué nuevamente los labios. No sentía que los hubiera tocado alguna vez. 
Fruncí el ceño. "Dios, necesito mi cuerpo"
La puerta se abrió y escuché un suave "Cariño, estoy en casa". Esa era yo. Mi cuerpo no debía poder evitarlo.
"¿Quién tiene mi cuerpo?"
Me miré entrar y casi me descoloco la mandíbula.
A los ojos de este cuerpo, yo era diferente.
No parecía yo.
Nos miré en el espejo. 
- Se supone que ese es mi cuerpo, pechocha.
Y ahí caí en el cuerpo de quién estaba.
- ¿Por qué carajo estás en mi cuerpo? ¿No te das cuenta que es asqueroso?
Realmente no me parecía asqueroso, pero tenía que decir algo.
- ¡Qué sé yo! Es tu sueño, nena. No me culpes. Vos sos la pervertida.
- ¿Yo? ¡Debería darte vergüenza imbécil!
De repente, la habitación cambio y ya no estábamos en mi casa. Estábamos en la puerta del congreso (no se que hacíamos ahí), pero Dante, aparentemente, no se había percatado del cambio de ambiente.
- Calláte y devolvéme mi cuerpo.
- ¡No sé como!
Empecé a caminar por la calle, dispuesta a irme, con su cuerpo y todo, pero obviamente empezó a seguirme.
- Vas a tener que devolvémelo, boba.
- En tus sueños
- Bueno, si lo decís así ...
- Idiota
No sé bien que pasó, pero la cosa es que de la nada, volvíamos a estar en mi casa y él me miraba raro. Con mis ojos. Con mi sonrisa.
Y eso me estaba sacando de quicio. ¿Cómo se atrevía a usar mis gestos?
Sin pensarlo demasiado y con mucha ira contenida, le crucé mi propia cara de una cachetada.
Rápidamente me agarro la muñeca y con una seriedad que jamas será vista nuevamente en mi cara, dijo
- No vuelvas a pegarme.
Me dio un poco de miedo, lo admito. Parecía ser capaz de cualquier cosa, así que retrocedí, pero él no me soltó.
- Dan, soltáme.
- No
- Dante, pará
- No
- ¿No sabés decir otra cosa, monosilábico de mierda?
- No
Empezó a sonar el teléfono y ambos lo miramos.
- Soltáme, tengo que atender.
- No atiendas.
- ¿Por qué?
- Porque si atendés, me voy.
- ¡Pero no puedo dejarlo sonando para siempre!
- En algún momento va a parar
Miré sus dedos apretados a mi muñeca.
En realidad, estaba mirando mis dedos, agarrar su muñeca.
Y ahí fue cuando decidí que tenía que atender ese maldito teléfono.
Así que lo empujé contra la pared, le pasé el brazo por la cabeza, acariciándole el pelo y le susurré al oído "Dan, si no me soltás, voy a castrarte, y va a doler mucho. Muchísimo."
En lo que tarda un parpadeo, soltó mi mano y con la misma velocidad corrí a atender el teléfono.
Grave error.
Miré la habitación.
- Carajo, odio despertarme así.
Luego de un pitido una voz inundo la casa
"Mechi, soy Lido, quería saber si estabas bien .."
Corrí a atender. Dios. Estaba llegando tan tarde a trabajar.