sábado

Amor - Odio

Siguiendo con los recuerdos. Daniel Amor.
Si, así es su apellido: Amor.
Gracioso, ya que era cualquier cosa menos "un amor" de pibe.
Fuimos compañeros desde 3er año de la secundaria hasta 5to. Él era mas grande, el muy vago se había quedado de año dos veces y siempre estaba mas tiempo molestándome a mi (alias: infeliz compañera de banco) que prestando atención a los logaritmos y esas cosas horrendas que veíamos.
Cursé toda la secundaria en un colegio agrotécnico. Es decir que, ademas de las materias comunes que uno tiene (matemática, historia, geografía, lengua, química, ingles) tenia mil y una materias relacionadas con el campo (Producción Avícola, Producción Animal, Tecnología de la Producción, Biotecnología y esas hierbas).
La cosa es que era doble escolaridad, lo que significaba que todos los días de lunes a viernes me levantaba a las seis de la mañana y esperaba un colectivo (preparado para 40 personas y en el cual íbamos casi 100) horriblemente sucio y destartalado y me dirigía al medio de la nada (Véase: I.P.E.A - Instituto Provincial de Enseñanzas Agrotecnicas).
Claro que, por tomar ese colectivo (que dicho sea de paso, era el único, y si lo perdías, no ibas al colegio) estaba obligaba a esperar durante media hora en el medio del campo, mirando una puerta cerrada y muriendo de frío por el viento del Dique de Cruz del Eje (Que estaba solo a unos metros del edificio).
Nunca pudimos ponernos de acuerdo en si el colegio tenía 92 hectáreas o 99. Pero mas o menos por ahí andaba la cifra y eso significaba que ir de un sector a otro implicaba una caminata de media hora.
Si tenías clases de Producción Animal, tenías que caminar hasta lo que llamábamos "El fondo" y si después cursabas Química, había que correr, porque volver al edificio toda transpirada y apestando a chancho y ADEMAS llegar tarde, definitivamente no era una opción.
Como eramos pocos alumnos, todos nos conocíamos mucho, y en particular, todos me conocían mucho (esto de ser alta, metida, chismosa, gritona, quejosa, peli-rosa y demáses, no hace mucho bien por la reputación de una) y por eso mismo, cada vez que me mandaba una cagada, todo el mundo se enteraba.
Y vuelvo a Daniel Amor, cariñosamente llamado Amor (¡cuanto cariño!).
Amor y yo teníamos una relación de "Amor-Odio" (No, Odio no es mi apellido) y todo el mundo sabia que en el fondo nos teníamos mas hambre que un africano mirando un plato de gnoquis. Los únicos que no estábamos enterados de esas ganas terribles, eramos nosotros, que solo sabíamos gritarnos y putearnos durante horas, mientras los demás nos miraban y susurraban "Pobrecitos, ¿cuando se van a dar cuenta que con un buen polvo se soluciona todo esto?"
Creo que agotamos al mundo con nuestras peleas, porque un día nos encerraron a los dos en la sala de computación.
Dos horas estuvimos ahí.
Los primeros 40 minutos discutimos y nos golpeamos (si, golpes físicos, fuertes) como dos imbéciles.
Después empezamos a intentar salir por una ventana.
Cuando nos dimos cuenta de que no era posible semejante hazaña,decidimos tirar abajo la puerta.
Pasada la hora y media yo ya estaba cansada de discutir y golpearme y terminé sentada en el piso, fumando un cigarrillo contra la pared. Y allá fue Amor, a sentarse al lado mio.
Y así, señoras y señores, decidimos que teníamos que hacer algo.
Déjenme aclarar que por separado, ya de por si eramos unos hijos de puta, imagínense .. juntos, eramos dinamita.
Agarramos una garrafa que había en un rincón e intentamos (idiotas ambos) conectarla y prender el calentador para hacer mate (en la sala de computación siempre hay un termo, un mate, yerba y una pava).
El problema es que ninguno de los dos sabía exactamente como conectar una garrafa, prenderla y eso.
Y recordemos que yo estaba fumando. Y él también.
Dos cigarrillos prendidos. Una garrafa llena. Dos imbéciles violentos.
¡DANGER!
Fue recién cuando sentimos olor a gas que nos dimos cuenta lo que habíamos hecho y empezamos a gritar como condenados.
Dios, juro que pensé que me iba a morir ahí adentro.
Uno de los imbéciles que nos habían encerrado, rápidamente abrió la puerta y nos saco.
Avisamos en todos los cursos y evacuamos el colegio durante un rato.
Cuando ya todos estuvimos mas calmados y habían cerrado la garrafa, me senté en un rincón del patio (no podía parar de fumar de los nervios).
Y en ese rincón del patio, a las tres de la tarde, después de casi haber muerto, Daniel Amor se me acercó y me dijo que simplemente no iba a soportar mucho tiempo mas puteandome cuando lo que quería hacer era apretarme contra el portón de la entrada.
Y ahí mismo (después de que casi se me cae la cara de la sorpresa) le di un beso.
Claro que después de eso, seguimos discutiendo, pero sobre ... otras cosas.
Hace dos años intentó suicidarse.
Lo vi por ultima vez con la marca de la soga en el cuello.
Es un imbécil, decía que nadie lo quería. No se daba cuenta de que yo estaba ahí, justo en frente de él.
Claro que yo no estaba enamorada. Solo lo quería. Era un buen amigo.
El tema es que el muy idiota, no se daba cuenta de que tenía mucha gente que se preocupaba por el.
Créanme que verlo con la marca en el cuello, me dejó marcada por el resto de mi puta vida.
No es algo lindo de ver.