sábado

El "146"

-¿Para dónde?
Miré al tachero. Es demasiado joven, pensé. Pobre, debe ser una mierda estar arriba de esta catramina todo el puto día. 
- Rivadavia al 3000
Arrancó y dobló en la esquina de Riobamba, para encarar Rivadavia.
Había subido con demasiados bolsos, y, por consiguiente, tuve que sentarme adelante. No me incomodaba su cercanía, pero era raro ir ahí.
- ¿Te hago una pregunta?- le dije un poco tímida.
- ¿Si?
- ¿Te molesta si fumo?
- Dios, no-Respondió- La vieja que llevé antes no fumaba y mi cerebro necesita nicotina.
Fumamos un rato en silencio, hasta que en un semáforo me miró de reojo y dijo
- ¿Te estas mudando?
Me reí.
- No, los bolsos están llenos de ropa que voy a donar al Ejercito de Salvación.
- Ahh, te esperan allá, me imagino, son demasiadas cosas.
- No, quede en encontrarme con un amigo allá, pero me acaba de cancelar, así que voy sola.
Evidentemente, había dado la conversación por terminada, así que me acomodé el cigarro nuevamente en los labios y me puse los auriculares.
Pasaron unos cinco minutos hasta que me di cuenta de que el tipo me había puesto una mano en la rodilla.
- Esteeee - le dije sin saber muy bien que hacer y apagando el MP3.
- Disculpáme - dijo sorprendido de su propia acción - es la falta de costumbre de tener a alguien al lado.
Medio le sonreí, entendiendo el sentimiento y miré nuevamente por la ventana.
Mientras miraba y reconocía las calles, me di cuenta de que no estábamos ni un poquito cerca de Rivadavia al 3000.
El pibe, que no tendría mas que unos 25 años, miraba al frente, con el ceño fruncido.
- ¿A dónde estamos? Esto no es Rivadavia al 3000 - pregunté confundida.
- Rodriguez Peña al 600 - contestó sin mirarme.
- Pero .. pero eso es para el otro lado. Yo voy a Rivadavia al 3000 - repetí como un loro. - ¿Por qué vamos por Rodriguez Peña? ¡Ni siquiera corre paralela! ¿No deberíamos haber seguido derecho por Rivadavia?
- Dios, pensé que ibas a ser mas fácil, putita - Me dijo mirándome.
Su cara, que antes no había percibido del todo bien, se había transformado totalmente. Parecía salvaje. Tenia los ojos, oscuros y penetrantes, casi deformados por la ira.
- Quiero bajarme, déjeme acá en la esquina
- ¿Sos tonta?
- No, quiero bajarme. - dije sacándome el cinturón de seguridad.
- Calláte y ponéte ese cinturón de nuevo, loca.
- No - repetí estirando una mano hacia la manija de la puerta. El auto iba muy rápido. Si me bajaba, me mataba, pero evidentemente él pensó lo mismo que yo y no me dio tiempo a plantearme nada mas.
- Que ni se te ocurra bajarte, putita de mierda - estiró una mano y me agarró la cara con fuerza - ¿Estás loquita, eh? ¿Sos retardada?
No podía hablar, me estaba apretando la mandíbula demasiado fuerte. Necesitaba mas aire del que estaba inhalando y el pánico empezaba a nublar mi juicio.
- Son todas iguales ustedes - dijo - Se hacen las inteligentes y cuando tienen que serlo, no son mas tontas que una oveja porque es imposible.
Pensé, en un ataque de lucidez que no vi venir, en decirle que las ovejas no eran tontas, eran buenas, pero luego imaginé que eso solo lo haría enojar mas.
- Todas iguales, todas ... - murmuró. Me estaba mirando fijamente mientras manejaba. Con el dedo gordo me acariciaba dolorosamente la mandíbula. Era un acto completamente sádico, perverso, como si me creyera de su propiedad.
Me va a violar, pensé. Me va a matar. Dios, me va a matar.
Lo que no pensé fue que el pibe no miraba la calle, me miraba a mi. No pensé en que cuando uno maneja TIENE que mirar la calle. No pensé en el transito. No pensé en los colectivos que iban y venían. No pensé en el 146 que se nos acercaba con mil pasajeros que pensaban mil cosas diferentes. Que sentían mil cosas diferentes.
No pensé que el 146 nos iba a hacer atravesar media cuadra dando vueltas.
No pensé en las vidas de esas mil personas. No pensé en que chocar fuera tan rápido, tan poco recordable.
Y no pensé que iba a sobrevivir.


Cherka