Vivo enajenado
dejando ventanas abiertas
donde vuelan mis pájaros vesánicos.
La soledad indisociable de mis años
se estancan en un mundo
que susurra parsimonias desesperantes.
Túneles que acaban en verdades ecuménicas
pasivas y caóticas, mientras se desprenden
y corren con el viento por mi voz quebradiza.
Mi voz, ahora iracunda insaciable de temor
rompe el silencio en mi hogar gris muerto,
acudo a observar desorbitado el libro
que apenas podía sostener.
La sombra estaba sentada en el suelo
y mi cuerpo trémulo oscuro
se desploma con la mente
en un pequeño tiempo banal.
Los adornos me ningunean,
mis ojos fatuos se apagan
en mi locura despreciable,
se cierran las ventanas
y los pájaros mueren dentro
de mi hogar quimérico abstracto.
Nacho Vergani.
(Mi amigo el poeta)