Mi casa es chiquita. Chiquita chiquita. Habitación chiquita. Living chiquito. Cocina chiquita. Baño diminuto.
Pero para mi, es genialmente grande.
Cierro las ventanas, prendo las hornallas, el horno y el caloventor y ¡PATAPUM! On fire.
Ando en short por la casa.
Tuve un problema con la ventanita del baño.
No quería cerrarse. No quería y no quería.
Puteé una semana. Una semana.
Vino Sebastian (Alias "El señor que hace de mis noches una fiesta" y vale aclarar que él solito se puso ese apodo) y en dos patadas cerro todo herméticamente.
Digo yo, ¿no? ¿Qué tan inútil puede ser una?
Muy inútil.
Muy.
Mi casa es chiquita. Chiquita chiquita. Habitación chiquita. Living chiquito. Cocina chiquita. Baño diminuto.
Pero para mi gato, es un parque de diversiones.
Prendí las hornallas hace un rato, para calentar la casa.
Mi gato es un suicida. Se acostó en la cocina, en el medio del fuego y se quedó ahí.
Me dio tanto cagaso que me quedé mirándolo como dos horas, a ver si se prendía fuego o no.
Una lástima.
Sigue vivo.